Una mirada profunda

El 20 de mayo de 1994, se reunieron en México, por primera vez varias asociaciones vinculadas a la Psicología tras el llamado Colegio de Profesionales de Psicología de la Universidad de Guadalajara, Jalisco. En el año 1995 se fundó la Federación Nacional de Colegios, Sociedades y Asociaciones de Psicólogos en México (FENAPSIME). Pero fue en el año 1996 que se propuso establecer el Día Nacional del Psicólogo en México, y en el 97 fue cuando finalmente se definió que dicha fecha de conmemoración fuera el 20 de mayo para celebrarlo.

La Psicología es una ciencia que tiene un largo pasado y una corta historia. Su pasado se remonta a la antigua Grecia, cuando los filósofos ya elucubraban sobre temas como la voluntad, el carácter, la personalidad y las propiedades del alma.

Conforme los tiempos fueron avanzando, las escuelas de pensamiento fueron aportando nuevas ideas sobre temas psicológicos, aunque no de manera formal. No es sino hasta el S. XIX cuando Wilhelm Wundt funda el primer laboratorio de Psicología, en Leipzig, Alemania, en 1879. Ahora bien, al que se considera el verdadero padre de la Psicología es William James, médico y filósofo que se dedicó a la psicología prácticamente sin quererlo. Su monumental obra Principios de Psicología, fue una fuente de referencia obligada para el estudio de la materia en aquella época.

Pero ahora vayamos a otro momento histórico, en Viena. Un médico de origen judío debatía con otro colega acerca de los síntomas de la histeria, y así comenzaba a escribirse una de las historias más fascinantes del pensamiento humano. Sigmund Freud nació en el seno de una numerosa familia judía. Su padre era comerciante y vivían de manera relativamente cómoda. Desde niño, a Freud se le reconoció su talento para el estudio, tan es así que se le designó un espacio especial para que sus hermanas lo dejaran estudiar en paz, sin molestias ni interrupciones.

Al principio, el método de Freud era la hipnosis, sin embargo, al estar tratando el caso de Ana O., una mujer histérica que fuera paciente de su colega Josef Breuer y quien se la transfirió, pues se le dificultó hacer que ella cayera en el proceso sugestivo, por lo que optó por cambiar de método. Así es como va dando forma a su proceso clínico, a través del habla y de la escucha. De este modo, es como Freud construye su edificio teórico que hasta nuestros días ha llegado su legado. Nunca antes en la historia de la humanidad, alguien escuchó tanto a las personas y con tanta profundidad como lo hizo Freud.

Sigmund Freud ha sido criticado, estudiado, revisado, odiado y amado. Desde que presentara sus conclusiones en la Sociedad Médica de Viena, sus ideas fueron sumamente combatidas. Sin embargo, su influencia como gran pensador del S. XX es innegable, y es una de las figuras que más nos ha enseñado sobre nuestros procesos inconscientes, la personalidad y el desarrollo de la misma. Sus teorías actualmente son herramientas que no se pueden sustituir y que nos permiten conocer a profundidad sobre nosotros mismos. Mucho se ha criticado que Freud subrayó la importancia de la sexualidad en el desarrollo psíquico, pero la realidad es que el psicoanálisis lo que ha venido a subrayar es la importancia del amor en nuestras vidas. El exceso o la carencia de amor es causa de psicopatologías, es algo que sigue sumamente vigente para explicar nuestras neurosis como hombres del Siglo XXI.

Libros sobre introducción al psicoanálisis hay varios, con diversos tipos de lenguaje y dirigidos a diversos tipos de público, sin embargo, yo recomendaría Freud Básico, de Michael Kahn. Es un libro de lenguaje accesible, claro, sumamente didáctico, y en el que a través de ejemplos y casos clínicos que son producto de la experiencia psicoterapéutica de su autor, se pueden comprender plenamente los conceptos desde las tópicas más básicas como los niveles de la mente, la estructura de la personalidad, los mecanismos de defensa, los sueños, el desarrollo psicosexual y el Complejo de Edipo, hasta llegar a temas complejos y reveladores de la naturaleza humana como son la angustia, la culpa, la compulsión a la repetición, el duelo y la transferencia.

Es momento de dejar de lado nuestros prejuicios y aventurarnos a conocer el lado profundo de nosotros mismos, y qué mejor guía que de la del mismo Sigmund Freud, quien con su audaz perspicacia y genialidad nos proporciona una mirada penetrante a nuestro mundo interior. Leer este libro es solo una introducción, una especie de brújula para orientarnos sobre los conceptos básicos de Freud y del Psicoanálisis, pero también es una invitación a seguir leyendo obras directamente de Freud, de las cuales podemos mencionar La interpretación de los sueños; Psicopatología de la Vida Cotidiana; El Yo y el Ello; Inhibición, Síntoma y Angustia; Conferencias del Psicoanálisis; El Malestar en la Cultura, solo por decir unas cuantas.

Cualquier persona que se precie de culta y educada, debe tener en su acervo indiscutiblemente el conocimiento sobre las teorías de Freud, ya sea en un texto como el de Michael Kahn, o bien directamente del mismo autor. Eso es innegable, pero también es parte del propio desarrollo personal y el autoconocimiento, si es que queremos profundizar en las aguas de nuestra mente inconsciente, algo que nos vuelve tremendamente humanos en toda la extensión de la palabra.