EL AMOR ES INFINITO Y LA AUSENCIA NO FINALIZA

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“La historia nunca dice adiós,
lo que dices siempre es un hasta
luego” Eduardo Galeano

A partir del 28 de octubre y el 1 y 2 de noviembre en México se celebran el Día de Muertos o bien “Día de los Fieles Difuntos”, se recuerda a los seres queridos que físicamente no están con nosotros, se les ofrece; comida, música, flores, bebidas y otras cosas que les gustaba en vida. No obstante, se les recuerda cada día, si era la pareja al dormir, al despertar, comer, hablar etc., si es el hijo (a) en los festivales de las escuelas, en la recámara que dejaron vacías, en las reuniones familiares en donde su asiento ahora esta vació, etc.

Se recuerda a cada miembro de la familiar como son, los padres, los tíos, los primos, los amigos, compañeros de trabajo, vecinos, que hoy no podemos ver, abrazar, platicar, reír, convivir, jugar, estar en compañía de ellos, siempre se les extraña, les pensamos y por supuesto los añoramos, en ocasiones con tristeza, en otras con alegría y me atrevo a decir que con cierto enojo por el hecho de haberse ido. Lo más importante es el recuerdo que tenemos de ellos, las vivencias, los aprendizajes, el amor que nos dieron y que nos enseñaron a dar.

La Pérdida de un ser querido nos lleva a un duelo y no quiero dejar de mencionar que tenemos diferentes pérdidas de un trabajo, de un lugar (cambio de vivienda), emocionales (separación de pareja, amigos) y la pérdida de la salud.

La pérdida es la carencia y distanciamiento de aquello que es propio y que ya no está o cambió de forma (Díaz, 2021), y afecta diferentes áreas de las personas como son: la física, emocional, cognitiva, conductual, social y espiritual.

El Duelo es el proceso relacional, natural e inherente por el que pasa todo ser humano en sus diferentes formas tras haber experimentado una pérdida de un ser amado. Etimológicamente, la palabra “duelo” proviene del latín “dolus” que significa dolor, desafío o combate entre dos. El duelo se experimenta ante cualquier pérdida no precisamente de un ser querido. Los síntomas que se pueden observar en el proceso del duelo son:

1)los sentimientos de rabia, tristeza, irritabilidad, culpa, etc., 2) las sensaciones físicas: como malestar digestivo, sequedad de boca, dolor en las articulaciones, etc., 3) la cognición; la incredulidad, confusión, preocupación, etc., 4) las alteraciones perceptivas y 5) las conductas como; alteraciones del sueño, distracciones, llanto, etc., (Fernández, 2002).

El Duelo Patológico es cuando el doliente deja de realizar las actividades diarias, su organismo presenta deterioro, las reacciones emocionales se agudizan pudiendo presentar alucinaciones, ideas delirantes, incluso llegara a presentar pensamientos suicidas que se manifestar principalmente por ansiedad o depresión.

El Duelo Patológico por la muerte de un ser querido es la suma de varios factores como: tener antecedentes de ansiedad, dependiente emocional cuando se ha experimentado muchas pérdidas o pérdidas recientes, etc.

Elisabeth Kübler-Ross (2008), en su Libro: “Sobre la Muerte y los Moribundos”, narra 5 Etapas en el proceso del duelo, 1ª Negación y aislamiento, 2ª Ira, 3ª, Pacto, 4ª Depresión y 5ª Aceptación:
1) En la etapa de la Negación, al doliente le parece que el tiempo toma una pausa, sabe que falleció su ser querido, sin embargo, espera que entre por la puerta, que regrese de viaje o hablar con la persona (por un instante más), no le queda tan claro que no volverá a ver a la persona que falleció, se niegan los hechos y surgen preguntas como; ¿Por qué?, ¿Es Cierto?, ¿Cómo Fue?, etc., las preguntas nos ayudan para ir elaborando la pérdida y aceptar lo que ha sucedido.

2) En la Etapa de la Ira, se exterioriza de diferentes formas, el enojo con la persona que falleció, por no haberse cuidado más, con uno por no a ver hecho más por quien falleció, con los médicos por no hacer que se quedara nuestro ser querido, enfado con la persona por haberse ido y con nosotros por no haber previsto lo que pasaría, si somos objetivos sabemos que la persona no es que se quisiera morir. Sabemos que la persona ha muerto, nuestro pensamiento nos dice que no era el momento, o la forma. La ira es un sentimiento que de alguna forma nos lleva a platear diferentes emociones; abandono, enojo, frustración, etc., que nos van situando en el afrontamiento.

3) En la Etapa de Pacto se realiza una Negociación donde los acuerdos se exteriorizan, se tiene una serie de pensamientos planteados en los que podría hacer si la vida volviera a ser como era, ¡se pide a Dios si no te lo llevas yo hago!, se promete a la pareja “no vuelvo a hacer o decir”, los hijos “si me porto …. entonces”. Cuando la persona muere la negociación se desplaza regularmente al pasado (lo que tenía que hacer para que no pasara) o al futuro (lo que ahora voy a hacer para que no pase nuevamente). Constantemente en esta etapa la mente se pregunta lo que pudo hacer para que no muriera, sin embargo, siempre llega a la conclusión que esa persona amada ya no está.

4) La pérdida de un ser querido deja un vació, inexplicable, parece como si los (el) dolientes están en cámara lenta en la ejecución de sus actividades, las ideas no son claras y la ejecución de ellas parecen tan distantes de la cabeza a la acción. Parece que el tiempo se ha detenido, pero sabes que no, que todo sigue su curso y que tendrá que retomar sus actividades con todo ese dolor físico y emocional que se ha vuelto una carga.

Esta depresión que se siente es “normal” ante la muerte de alguien a quien se quiere, es fundamental estar consciente de este momento de esta tristeza que se está sintiendo, negarlo no ayudara a pasar por esta etapa. En ocasiones creemos que, si no se nombra “La Depresión” no existe y ahí está porque la persona murió y ya no le veremos más.

5) La aceptación no quiere decir que ya no duele la partida de nuestro ser querido, o que dejemos de pensarle, en esta etapa se acepta la realidad de que nuestro ser querido murió. No es que estemos de acuerdo con lo que paso, simplemente lo aceptamos y aprendemos a vivir con su ausencia. Aceptamos su partida, el que no estará más físicamente, es momento de reorganizar y seguir con nosotros y el entorno que nos rodea, es un tiempo de construcciones nuevas en relación con nuestro ser querido que falleció. Vivirlo y amarlo desde su ausencia y aceptando nuestros sentimientos. Algunos dolientes piensan que si son felices están traicionando a su ser querido que falleció, nunca se puede remplazar a alguien, pero si se puede seguir construyendo en cada área de desarrollo (afectiva, cognitiva, social, psíquica). Con todo el amor para el que se fue y para nosotros que continuamos es momento de seguir.

En alguna ocasión estando con una amiga quien su mamá había fallecido, “las hermanas le decían que no llorara, el que ella llorara hacia que su mamá no se terminara de ir, a lo que conteste si llorar hace que tu mamá regrese, yo lloro contigo”. Hay que permitir y permitirse pasar por el dolor frente a la muerte de un ser querido para poder readaptar nuestra vida. No hay que negar lo que sentimos, cada día evolucionamos, crecemos, cambiamos, nunca nos quedamos estáticos, aunque hay momentos que se quisiera. Es importante buscar persona, instituciones a algún tipo de apoyo, no necesariamente se tiene que vivir el dolor solo.

Cada persona resuelve diferente su duelo, no hay un tiempo determinado para dejar de extraña, añorar a la persona que murió, el proceso es insisto personal ante la pérdida de un ser querido. Lo que es importante resaltar es que no se puede negar el dolor ante la pérdida, es “normal” la melancolía ante cualquier forma de pérdida, el duelo acompañado del sufrimiento es ineludible, además no importa el género, la edad todos los seres humanos se duelen ante la muerte de un otro. La resiliencia del duelo requiere tiempo y considero lo más importante la voluntad individual de cada persona que pasa por una o varias pérdidas. No se trata de olvidar es aprender a vivir con la pérdida.

“A mis amados que siempre estarán a mi lado.
No ha sido fácil estar sin ustedes.
Agradezco cada uno de los momentos vividos a su lado,
sus enseñanzas y sus cuidados”
“Gracias por su tiempo”
MLPM

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Martha Leticia Pérez Meza

Licenciada en Psicología, Egresada de la Universidad Autónoma Metropolitana UAM-X, con Maestría en Psicología de la Universidad del Valle de México Lomas Verdes UVM, he colaborado en Centro de Atención a la Mujer CAM, con mujeres maltratadas, ubicado en Ciudad de México, también adquirí experiencia en el campo de la Salud Mental, en el Psiquiátrico Infantil “Dr. Juan N. Navarro” (prestación de trabajo social – CDMX), mi desarrollo Labora ha sido con Niños de Educación Especial, Peritajes, Docencia Universitaria y Consulta Particular. Atención Psicológica, en Oriente No. 47, Col.: Unidad Habitacional de Pemex, Tula de Allende Hgo., Tel.: 7731109839 (WhatsApp).


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